Las formas este, ese, aquel (con sus femeninos y sus plurales) pueden funcionar como adjetivos –cuando modifican a un sustantivo– (Este trabajo es muy bueno; ¡Caramba con los niños esos!) o como pronombres –cuando funcionan en lugar de un sustantivo– (Llegaron nuevos alumnos, pero estos no eran tan buenos como los anteriores; Quiero dos de aquellas).
Independientemente de si son adjetivos o pronombres y a la luz de las reglas de acentuación gráfica del español (aquel es palabra aguda terminada en consonante distinta de –n o –s y los demás demostrativos son palabras llanas terminadas en vocal o en –s), no deben llevar tilde.
No obstante, si en un enunciado el demostrativo admite las dos interpretaciones (como pronombre y como adjetivo), llevará tilde diacrítica en su uso pronominal para deshacer la ambigüedad.
En los enunciados ¿Dónde encontraron esos documentos secretos? y ¿Por qué compraron aquellos libros usados?, escritos sin tilde, habrá que interpretar como adjetivos esos (que modifica a documentos) y aquellos (que modifica a libros). Si el sujeto de la oración es esos y aquellos, entonces funcionan como pronombres y deben llevar tilde.
Las formas neutras de los demostrativos (esto, eso, aquello) no llevan tilde porque únicamente pueden funcionar como pronombres; por tanto, no existe riesgo de ambigüedad.
No es raro que en algunos escritos, obviando las normas ortográficas actuales, aparezca con tilde el pronombre y sin ella el adjetivo. Pero la regla es bien clara: los pronombres demostrativos no deben llevar tilde cuando no exista riesgo de ambigüedad en su interpretación. Desde aquí quiero transmitir a los usuarios de la lengua que un código tan ampliamente consensuado merece, cuando menos, respeto y acatamiento.