jueves, 17 de enero de 2013

Cómo referirse apropiadamente a las personas

Hoy tratamos del género, más exactamente del significado sexual del género en los nombres que se refieren a las personas y sobre todo de los que designan profesiones y actividades en general.
 
Muchos de ustedes se habrán preguntado en alguna ocasión si hay que decir la juez o la jueza para referirse a la mujer que tiene autoridad y potestad para juzgar y sentenciar, la médico o la médica para designar a la mujer legalmente autorizada para profesar y ejercer la medicina y la abogado o la abogada para referirse a la licenciada o doctora en derecho que ejerce profesionalmente la dirección o defensa de las partes en toda clase de procesos o el asesoramiento y consejo jurídico. Estos casos son una pequeña muestra de que las terminaciones femeninas en los nombres que designan a las personas por su parentesco, profesión, cargo, actividad, procedencia, edad, comportamiento, cualidad o afición no solo no están del todo fijadas sino que bastantes siguen todavía en proceso de reajuste.
 
Más del noventa por ciento de los nombres que se refieren a personas encaja en dos clases: la de los variables y la de los comunes. La clase de nombres personales variables se caracteriza porque designa la variación de sexo mediante el cambio de género gramatical. Ejemplos como fotógrafo/fotógrafa, cirujano/cirujana, enfermero/enfermera o asesor/asesora cambian el morfema de género para distinguir el sexo del referente personal. Los nombres personales comunes designan personas de ambos sexos por medio del cambio de género en artículos o determinantes. Sirvan como ejemplos un joven / una joven, muchos testigos / muchas testigos, el conserje / la conserje, este miembro / esta miembro, pocos colegas / pocas colegas, etc.
 
¿Qué repercusión tiene en nuestros discursos saber si un nombre referido a persona pertenece a la clase de los variables o a la de los comunes? Pues bastante más de la que se cree, sobre todo si deseamos tanto acertar en el uso correcto del género gramatical para referirnos adecuadamente a las personas de uno y otro sexo como mantenernos en la esfera de lo considerado como normal. A nadie se le escapa el uso de la expresión «de los miembros y miembras de esta comisión» durante una comparecencia de la entonces Ministra de Igualdad, calificado por muchos como desafortunado y por ella misma como un lapsus; y no sé si recordarán el comentadísimo «jóvenes y jóvenas» –supongo que como una extensión afectuosa e irónica– con el que la diputada Carmen Romero se dirigió a los jóvenes en un acto multitudinario (un mitin de su partido para ser más exactos).

La información sobre cada caso concreto está en los diccionarios. La marca <variable> como tal no aparece en ningún diccionario, pero podemos identificar un sustantivo personal como variable cuando en el lema (la entrada) aparecen las dos formas, la masculina y la femenina, bien completas (abogado, abogada) o bien con la primera forma completa y la variación de género en la segunda (abogado, da). La información gramatical en estos casos suele ser <m. y f.> (masculino y femenino). Cuando un diccionario registra un sustantivo como común en cuanto al género incluye la marca <com.> (común).

Sobre si usar la médico o la médica para referirse a una mujer con la acepción señalada arriba, la forma correcta, según la RAE, es únicamente la médica porque la última edición del Diccionario académico registra médico, ca; por lo tanto, pertenece a la clase de los variables. En su tercera acepción, designa la mujer del médico, pero precedido de las marcas <femenino, coloquial, desusado>.

En el caso de abogada, el Diccionario académico registra abogado, da; por tanto,  habría que decir la abogada y no la abogado. Sin embargo, en una nota observa que se usa la forma en masculino para designar el femenino. Según esta nota del diccionario, muchos hablantes podrían interpretar que la abogado no sería una forma incorrecta para designar a la mujer con la acepción señalada más arriba. Pero la recomendación de la RAE es clara en el Diccionario panhispánico de dudas (2005): «No debe emplearse el masculino para referirse a una mujer: la abogado».

Para el caso de la juez o la jueza, ambas opciones son correctas porque la primera acepción de la entrada juez lleva la marca <com.>; por tanto, hay de decir la juez. Además, hay una entrada jueza con dos acepciones: 1. f. Mujer que desempeña el cargo de juez; y 2. f. col. p. us. (femenino, coloquial, poco usado) Mujer del juez. Obviamente, aquí nos interesa la primera acepción.

Estos ejemplos prueban que muchos nombres personales han ido reajustando a lo largo de la historia de la lengua aspectos de su significado anterior y que estos reajustes no dejan de plantear problemas a los gramáticos y a los lexicógrafos, que deben reflejar estos cambios en las gramáticas y en los diccionarios.

El artículo y los nombres de los años

Con los años que llegan hasta el 1100 lo normal es usar el artículo (en el 112, en el 1010, desde el 1011 hasta el 1096, etc.), pero no resulta incorrecto eliminarlo.
 
Desde 1101 hasta 1999 se recomienda no usar artículo (en 1492, desde 1500 hasta 1555), pero no es incorrecto el uso.

A partir del año 2000 el artículo puede usarse o no: en (el) 2000, desde (el) 2001 hasta (el) 2006, para (el) 2020. Sin embargo la RAE prescribe eliminar el artículo cuando el año forma parte de la fecha de documentos, cartas, certificados, informes, cheques, etc. En este último caso hay que escribir 30 de agosto de 2005 y no *30 de agosto del 2005.

viernes, 11 de enero de 2013

*Detrás mío, *delante tuyo

Son bastante frecuentes las construcciones en las que las formas plenas de los posesivos acompañan a los adverbios de lugar (delante, detrás, encima, debajo, cerca, lejos, enfrente, etcétera) para indicar situación respecto a alguna de las personas del discurso, de manera que se originan secuencias incorrectas como *delante mío, *detrás tuyo, *enfrente suyo o *cerca nuestro.
 
Según la norma, los posesivos no acompañan nunca a adverbios. Por tanto son incorrectas secuencias como las anteriores, en las que un adverbio va seguido de un posesivo. Los adverbios se complementan con la preposición de seguida del pronombre personal tónico correspondiente: detrás de ellas, encima de ustedes, lejos de vosotros, enfrente de ellos, debajo de mí.
 
Aunque los gramáticos desaconsejan el uso de este tipo de construcciones en las que el posesivo complementa al adverbio, por considerarlas incorrectas e inaceptables, se encuentran algunos ejemplos en escritores de prestigio y en el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) de la RAE.
 
Como una variante de esta construcción hay que entender ejemplos como por su delante, en vez de por delante de él/ella/usted, en los que el posesivo precede al adverbio. Es característica de los hablantes de la zona andina hispanoamericana (Perú, Bolivia, Ecuador).
 
Sí son correctas, en cambio, construcciones como al lado tuyo, a la derecha mía, a la izquierda suya, en contra suya, a favor mío, en las que la forma plena del posesivo acompaña a un sustantivo (lado, derecha, izquierda, favor, contra) para precisar situación. En estos casos el posesivo puede ir antepuesto al nombre: a tu lado, a mi derecha, a su izquierda, en su contra, a mi favor.
 
Para elegir la estructura correcta existe un truco sencillo: Si la anteposición del posesivo es posible, es correcto colocar el posesivo pospuesto. En caso contrario, hay que recurrir a la prepisición de seguida del pronombre personal.
 

martes, 8 de enero de 2013

Prendas ¿desaparecidas?

Hoy tratamos de prendas que prácticamente ya nadie usa y muy difíciles de conseguir en el mercado. Casi seguro que personas que todo lo guardan tendrán algunas en el armario.
 
Muchos recordarán a sus abuelas con una toquilla, una especie de pañuelo de punto, generalmente de lana, que usaban las mujeres como abrigo y que les cubría los hombros y los brazos. También a los niños de pecho se los envolvía en una toquilla, aunque esta era, generalmente, de tonos claros. Ahora resulta fácil adquirirlas para los bebés, pero no para las mujeres. En zonas rurales todavía puede verse a algunas mujeres mayores que la usan, pero cada vez será menos frecuente.
 
Del mismo estilo y casi para los mismos fines es la pelerina. Como la toquilla, también es de punto pero con forma de capa corta y solo cubre los hombros. La usaban las mujeres más dentro de casa que fuera de ella.
 
Para estar sentadas en la cama, sobre todo después de un parto o para recibir a las visitas cuando estaban enfermas, usaban la mañanita. Era de punto o de tela y les cubría desde los hombros hasta la cintura.
 
En vez de llevar abrigo, sobre todo en los pueblos, las mujeres llevaban chal. Solía ser de lana o paño y les tapaba todo el cuerpo, desde los hombros hasta la rodilla. Hoy casi todas las mujeres tienen uno (al que llaman también pashmina), pero de seda o gasa, bastante más corto, que llevan como adorno preferentemente en el buen tiempo.